Biblioteca Ignoria

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Recortes literarios - Una antología

28 mar 2024

Juan José Saer - Las nubes empezaron a llegar

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Juan José Saer - Las nubes empezaron a llegar


Por fin, una tarde, las nubes empezaron a llegar. Como era temprano todavía, las primeras eran grandes y muy blancas, con los bordes festoneados en ondas, y cuando pasaban demasiado bajas, su propia sombra las oscurecía en la cara inferior, visible desde la tierra. Teníamos la esperanza de verlas ennegrecerse y, partiendo desde el horizonte en una masa gris pizarra interminable, cubrir al poco rato el cielo entero y derramarse en lluvia. Pero durante dos días, deshilachadas y mudas, desfilaban en el cielo, viniendo como creo haberlo dicho desde el sudeste, y desaparecían detrás de nosotros, en algún punto a nuestras espaldas de un horizonte ya recorrido. Según las horas del día, cambiaban de forma y de color y, sobre todo, flotaban a velocidades diferentes, como si el viento, cuya ausencia se padecía tanto a ras de tierra, abundara allá arriba. A veces eran amarillas, anaranjadas, rojas, lilas, violetas, pero también verdes, doradas e incluso azules. Aunque todas eran semejantes, no existían, ni habían existido desde los orígenes del mundo, ni existirían tampoco hasta el fin inconcebible del tiempo dos que fuesen idénticas, y a causa de las formas diversas que adoptaban, de las figuras reconocibles que representaban y que iban deshaciéndose poco a poco, hasta no parecerse ya a nada e incluso hasta asumir una forma contradictoria con la que habían tomado un momento antes, se me antojaban de una esencia semejante a la del acontecer, que va desenvolviéndose en el tiempo igual que ellas, con la misma familiaridad extraña de las cosas que, en el instante mismo en que suceden, se esfuman en ese lugar que nunca nadie visitó, y al que llamamos el pasado.

En Las nubes

27 mar 2024

Fernando Pessoa (Álvaro de Campos) - Los antiguos invocaban a las Musas

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Fernando Pessoa (Álvaro de Campos) - Los antiguos invocaban a las Musas

Versión: Isaías Garde


Los antiguos invocaban a las Musas.

Nosotros nos invocamos a nosotros mismos.

No sé si las Musas aparecían-

Dependería sin duda del invocador y de la invocación-

Pero sé que nosotros no aparecemos.

Cuántas veces me he inclinado

Sobre el pozo que supongo que soy

Y he balado "¡Ah!" para escuchar un eco,

Y no he escuchado más que lo que he visto-

El vago fulgor oscuro con que el agua resplandece

Allá, en la inutilidad del fondo...

Ningún eco para mí...

Solo vagamente una cara,

Que debe ser la mía, porque no puede ser la de otro.


Es una cosa casi invisible,

Excepto por como yo, luminosamente, la veo

Allá en el fondo...

En el silencio

Y en la luz falsa del fondo...


¡Qué Musa!


Os antigos invocavam as Musas.


Os antigos invocavam as Musas.

Nós invocamo-nos a nós mesmos.

Não sei se as Musas apareciam —

Seria sem dúvida conforme o invocado e a invocação. —

Mas sei que nós não aparecemos.

Quantas vezes me tenho debruçado

Sobre o poço que me suponho

E balido «Ah!» para ouvir um eco,

E não tenho ouvido mais que o visto —

O vago alvor escuro com que a água resplandece

Lá na inutilidade do fundo...

Nenhum eco para mim...

Só vagamente uma cara,

Que deve ser a minha, por não poder ser de outro.


É uma coisa quase invisível,

Excepto como luminosamente vejo

Lá no fundo...

No silêncio e na luz falsa do fundo...


Que Musa!.

César Bandin Ron - Nadie nos ve

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César Bandin Ron - Nadie nos ve

Nadie nos ve,

yo creía que alguien me veía

pero nadie me ve.

Hagamos lo que hagamos

nadie nos ve.

Así que no te esfuerces, hasta

la más dramática de las morisquetas

es inútil, todo es inútil,

nadie nos ve.


En ¡Oh, Yo, mi efímero Dios!


24 mar 2024

César Aira - Un modo seguro de orientarse

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César Aira - Un modo seguro de orientarse

Hay itinerarios hechos de contingencia. Claro que no son los más recomendables en la práctica. Si alguien le indica a otro un camino diciéndole: seguí hasta donde veas una paloma parada en el cordón, doblá para donde vaya un auto blanco, hasta la altura de un plátano al que se le cae una hoja, ahí tomá la dirección para donde pique la pelota de unos chicos que juegan en la calle, y donde veas un perrito meando contra una verja metete… ¡mejor no seguir sus instrucciones! Seguro que se pierde. Y sin embargo, Mario había aprendido que no había modo más seguro de orientarse en los pasillos desvinculados del Gran Rosa.

En El sueño

23 mar 2024

Fernando Pessoa (Alberto Caeiro) - El niño que piensa en hadas...

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Fernando Pessoa (Alberto Caeiro) - El niño que piensa en hadas...

Versión: Isaías Garde


El niño que piensa en hadas y cree en las hadas

Actúa como un dios enfermo, pero como un dios.

Porque aunque afirme que existe lo que no existe

Sabe cómo es que las cosas existen, que es existiendo,

Sabe que existir existe y que no se explica,

Sabe que no hay razón alguna para que nada exista,

Sabe que ser es estar en un punto.

Lo que no sabe es que el pensamiento no es un punto cualquiera.


A criança que pensa em fadas e acredita nas fadas...


A criança que pensa em fadas e acredita nas fadas

Age como um deus doente, mas como um deus.

Porque embora afirme que existe o que não existe

Sabe como é que as coisas existem, que é existindo,

Sabe que existir existe e não se explica,

Sabe que não há razão nenhuma para nada existir,

Sabe que ser é estar em um ponto

Só não sabe que o pensamento não é um ponto qualquer.

Arnaldo Calveyra - Me lavé la cara en la luna nueva

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Arnaldo Calveyra - Me lavé la cara en la luna nueva

Toda en subida venía desde los eucaliptos, dejando su aseo al otoño sucio de quemarse. Y se le distrajo el iris en aquella subida con la luna hasta la casa una nochecita, y nos dimos vuelta para no dejarla demasiado atrás, mientras las niñas musitaban beruberu distraído con el labio. Cuando aún no acabábamos de atrasarnos oímos voces que se dirigían hacia nosotros. Cantaban. Eran los artistas del circo que todavía andaban a campo traviesa, ansiosos de más baile. Una armónica nos dijo que no tuviéramos miedo. La luna grande en medio, nos cruzamos mirándonos mirándonos.

Las muchachas casaderas se reían detrás del camino Real masticando flores de leche y una lucecita respondía en el bajo la primavera.

Allá se ve una luz, dijo el avestruz.

Adonde, dijo el conde.

Allá en la loma, dijo la paloma.

En aquel rancho, dijo el carancho.

Habrá baile, dijo el fraile.

Habrá vino, dijo el zorrino.

Habrá caña, dijo la araña.


De Cartas para que la alegría, 1959

21 mar 2024

Fernando Pessoa (Alberto Caeiro) - Hablas de civilización...

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Fernando Pessoa (Alberto Caeiro) - Hablas de civilización...

Versión: Isaías Garde


Hablas de civilización, y de cómo no debería ser,

O de que no debería ser así.

Dices que todos sufren, o la mayoría

Con las cosas humanas dispuestas de este modo,

Dices que si fueran diferentes, sufrirían menos.

Escucho sin oírte

¿Para qué querría oírte?

Oyéndote, terminaría no sabiendo nada.

Si las cosas fueran diferentes, serían diferentes: es todo.

Si las cosas fueran como tú quieres, solo serían como tú quieres.

¡Ay de tí y de todos los que se pasan la vida

Queriendo inventar la máquina de hacer felicidad!


Falas de civilização...


Falas de civilização, e de não dever ser,

Ou de não dever ser assim.

Dizes que todos sofrem, ou a maioria de todos,

Com as coisas humanas postas desta maneira,

Dizes que se fossem diferentes, sofreriam menos.

Dizes que se fossem como tu queres, seriam melhor.

Escuto sem te ouvir.

Para que te quereria eu ouvir?

Ouvindo-te nada ficaria sabendo.

Se as coisas fossem diferentes, seriam diferentes: eis tudo.

Se as coisas fossem como tu queres, seriam só como tu queres.

Ai de ti e de todos que levam a vida

A querer inventar a máquina de fazer felicidade!

20 mar 2024

César Aira - Taumatropos

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César Aira - Taumatropos

Uno de los muchos regalos que me mandó Ana por correo durante el año que siguió a mi visita, fueron los Taumatropos; para mí eran una novedad, pero cuando empecé a mostrarlos resultó que todo el mundo los conocía. Son unos pequeños discos de cartulina, con hilos a los costados; tomando esos hilos con los dedos, se hace girar el disco lo más rápido posible. El disco tiene imágenes de los dos lados, anverso y reverso, por ejemplo un pajarito suspendido en el vacío de un lado, y del otro una jaula vacía; al sucederse muy rápido las dos imágenes, uno ve al pajarito dentro de la jaula. El fenómeno explotado es el de la persistencia óptica; cuando uno ve algo, lo sigue viendo un momento después de que ha desaparecido, y si en ese momento aparece otra cosa, la anterior se le acopla; tanto más si la sucesión de ambas es rapidísima y las dos son casi al mismo tiempo la vieja y la nueva. La ilusión se acentúa si las dos imágenes se complementan y uno está habituado a verlas juntas, o la reunión se explica de un modo u otro, como sucede con el pájaro y la jaula. Hay una especie de pequeño relato, incluidas las bifurcaciones de posibles de todo relato, y la sorpresa del desenlace. El pájaro, flotando solitario en la superficie vacía del disco, es la imagen misma de la libertad, de lo inapresable; del otro lado, fría, cerrada, geométrica, amenazante, la jaula espera; se diría que hay una posibilidad en un millón de que el avecita vaya a parar a su interior; están separados no sólo por lo que simbolizan (la huida, la cárcel) sino por una distancia mucho mayor; el anverso y el reverso de una superficie son dimensiones incompatibles, que no se comunican nunca porque están puestas sobre perspectivas incongruentes.

En las superficies están las representaciones, no las cosas. El papel es superficie pura, sin volumen; está destinado a la representación. Y es superficie de los dos lados (por eso es superficie pura). El papel es apilable (¿o plegable?) y el libro su formato ideal.

Los taumatropos que me mandó Ana eran unos discos de un delgadísimo cartón rígido, color madera; eran facsímiles perfectos de los originales que hizo en 1825 un médico inglés, John Ayrton Paris, con los mismos materiales; los hilitos a los costados eran de fibra de lino, y giraban con gran suavidad entre el índice y el pulgar.

No sé si serían los primeros taumatropos que se hicieron, o los primeros que se comercializaron. Entre ellos no estaba el del pájaro y la jaula, que se me ocurre que debe de haber sido una idea posterior a la idea del medio mismo. El pajarito y la jaula son casi una explicación del taumatropo, su descripción llevada a la máxima simplicidad, útil para hacérselo imaginar a quien nunca ha visto uno —pero el que habla sí tiene que haberlo visto, para poder describirlo.

Cuando nace un medio de expresión nuevo, vale como medio; la expresión viene después. La mayoría se queda en medio. Muchas veces me he preguntado qué debe pasar para que un medio de expresión se transforme en un arte; porque ninguno nace como arte, más bien al contrario, nacen lejos del arte, casi en las antípodas, y es todo un milagro que lleguen a ser un arte. De hecho, de los que aparecieron un poco más acá de la más remota antigüedad, uno solo llegó al status de arte pleno, de alta cultura: el cine. La fotografía le anduvo cerca, y sería discutible si llegó o no, pero me parece indiscutible el argumento de que la fotografía no dio un artista que pueda ponerse a la altura de un Picasso o un Stravinsky o un Eisenstein. Y no es cuestión de esperar, porque el pasaje se da en un momento temprano, o no se da nunca. El cine nació como una atracción de feria, y a nadie se le ocurría que pudiera llegar a ser un arte como la pintura o la literatura, como hoy no podemos concebirlo de, digamos, los jueguitos electrónicos tipo Dungeon & Dragons. Alguna vez leí que el que hizo el clic fue Chaplin. Es posible, aunque reconocerlo significaría abonar la desacreditada teoría del “hombre providencial”, que yo sostengo a pesar de su descrédito.

Lo importante es el momento justo: el hombre providencial debe aparecer entonces, ni un minuto antes ni uno después. Debe estar cerca de la invención para poder captar en toda su frescura la novedad del medio, su magia; para sentir todavía el contraste entre la inexistencia y la existencia de ese medio. Y no dejar pasar el momento porque sin artista ese medio tomará un camino funcional, empezará a llenar determinadas expectativas de la sociedad, y se hará refractario a los fines del arte. Hay inventos llenos de promesa artística en los que ese momento pasa, y entonces ya nunca hay un arte de ese medio; es lo que pasó con la televisión, que se quedó en electrodoméstico, como el lavarropas o la heladera.

Al cine podría haberle pasado lo mismo que a los taumatropos: quedarse en un encantador juguete, muy fechado, con aroma de época... Se dirá que la comparación no es justa, porque el taumatropo fue un antecedente del cine, y éste estaba destinado de todos modos, con hombre providencial o sin él, a volverse un arte pleno, porque era el estadio final de todos o casi todos los juguetes ópticos que lo precedieron. Pero en realidad no hay estadio final del ingenio humano, y con el mismo argumento podría decirse que el cine fue un antecedente de la televisión... El arte podría haber aparecido en cualquier punto del camino.

Es sugerente pensar qué habría pasado si ese punto hubiera sido el de los taumatropos (o el de las “dissolving views”, o el de los slip-books), si los taumatropos hubieran tenido su Chaplin. Ahí se toca, curiosamente, algo inconcebible. Mi imaginación, aun lanzada a su vuelo más desbocado, no logra pensar a este precioso juguete como un arte capaz de expresarlo todo, como la pintura o la música o la literatura o el cine. Y sin embargo es posible. Es inconcebible porque es posible. Eso le da a los taumatropos, lo mismo que a todos los medios que no llegaron a ser arte, su regusto nostálgico de época...

Aun admitiendo que se perdió para siempre la oportunidad, quizás valga la pena preguntarse cómo habría podido llegar a ser un arte el taumatropo. Los que me mandó Ana eran cinco (venían en un elegante sobrecito de papel telado, con flores azules sobre fondo blanco). Uno era una dama Imperio, con los brazos enigmáticamente tendidos hacia la izquierda, las puntas de los dedos metiéndose en el vacío, una sonrisa soñadora en el rostro; al otro lado, un arpa, que al girar el disco caía justo en su lugar: una dama tocando el arpa. Al hacer esta descripción caigo en la cuenta de que el truco tiene también algo de la formación de una frase; de un lado está el sujeto, del otro el objeto, y el giro constituye el verbo (la acción es la acción, se representa a sí misma).

Otro: un barbero, flaco, chistoso, haciendo un trabajo fino con la navaja, de precisión, sobre el vacío; al otro lado el cliente sentado en el sillón, con el babero y las mejillas enjabonadas. De más está decir que al girar se ajustan perfectamente, con toda la precisión que está poniendo el barbero en su trabajo. El efecto está en buena medida ahí, en lo preciso que debe ser el trabajo del barbero, donde cada milímetro cuenta, como también cuentan en la ejecución de la arpista. Llenan las condiciones de una fantasía propia de estas actividades; uno puede preguntarse, con cierta angustia, cómo afeitar a alguien, o cómo tocar el arpa, a distancia, por telecomandos; o cómo tocar un arpa invisible, o afeitar al hombre invisible. La contigüidad resuelve el problema, y la contigüidad es lo que se produce mágicamente en este juego.

Otro muestra a una mujer, que parece una campesina vestida de domingo, sentada en el aire; al otro lado un burro, servicial. Hay una sombra de sonrisa en el rostro de la mujer, como si dijera, una vez que los giros han descubierto la escena completa: “¿creyeron que estaba levitando?”

Otro, un nido con pichones que abren de par en par los picos hacia arriba pidiendo comida. Del otro lado, la mamá y el papá pájaros que acuden presurosos, con sendos gusanos en el pico. Ésta tiene un elemento temporal que falta en otros; es una comedia en tres actos: en el primero los pajaritos se sienten abandonados, hambrientos, y claman desesperados; en el segundo los padres vuelan transportando la comida; en el tercero llegan y satisfacen a la prole.

El quinto, mi favorito, es una planta en una maceta, ramas y hojas nada más; en el reverso unas voluptuosas flores rojas flotando en una aparente dispersión casual en el espacio vacío. Al girar el disco las flores caen en su lugar en la planta; la planta florece. En cierto modo, es el más imperfecto y previsible. En el anverso, la planta muestra unos feos agujeros en el follaje, y en el reverso esas flores impresas en la nada no tienen mucho sentido. Pero el efecto es doblemente gratificante.

Hay que reconocer que es demasiado poco para hacer un arte. Cualquiera sea la definición del arte, parece exceder las capacidades de este simpático divertimento. ¿O no? No habría que prejuzgar, cuando uno se enfrenta a lo inconcebible. Con cierto esfuerzo, puedo imaginarme un Leonardo del taumatropo, o un Vermeer, o un Duchamp. El problema es que no me atrevo a definir, de modo tajante, qué es un arte. Quizás por deformación profesional, o por autodefensa, lo veo como algo muy grande, muy abarcador, muy eficaz. Y en esa línea llego a algo como una definición: arte es la actividad mediante la cual puede reconstruirse el mundo, cuando el mundo ha desaparecido. Una reconstrucción en detalle, microscópica, sobrenatural en lo que se refiere a reconstrucciones. La clave está en que el mundo desaparezca; y lo hace realmente, todo el tiempo, por acción del tiempo. Pero el tiempo humano es la Historia, que es a su vez una reconstrucción de lo que disipa.

El parpadeo del taumatropo alude a la desaparición y la reconstrucción. Pero no sé si todo un mundo podría reaparecer por acción de estos pequeños discos giratorios. Es como si hubieran quedado demasiado cercanos a su invención; como si no dejaran más que hacer que repetir el gesto de su inventor. Como si fuera un arte unipersonal, como si el arte fuera la invención del arte. Y así es, en realidad. En el arte de verdad el medio sigue siendo medio, vuelve a inventarse cada vez; frente al arte comercializado, en que el lenguaje de ese arte es meramente usado, el arte de verdad muestra una recurrente radicalidad, es un lenguaje que vuelve a plantear cada vez sus condiciones de posibilidad.

De modo que el taumatropo podría ser, así como está, un arte en miniatura con todo el poder taumatúrgico que nos hemos acostumbrado a reclamarle al arte. Salvo por una cosa: en este proceso está entrelazado otro, el de la Historia, que realiza al mismo tiempo su propio juego de sustituciones. Todo lo que he venido describiendo en términos absolutos en realidad es una cuestión histórica. Todos los juguetes ópticos son antecedentes del cine. Y el cine es el único arte que surgió en tiempos históricos. Con las artes pasó lo mismo que con los animales domésticos: todos los que hay, fueron domesticados en algún breve momento del neolítico, y en los miles de años subsiguientes no se logró domesticar uno más. Salvo el cine.

Lo que vino después del cine no tiene chances de volverse arte, porque ya no se sabe cómo funcionan. El cine fue la máxima complicación tecnológica comprensible. Es mecánico. Se puede hacer cine “a mano” —como lo demuestran precisamente estos antecedentes, que puede fabricar un niño (en el jardín de infantes hacen taumatropos, y slip-books).

Lo que me lleva a fantasear con otra cosa: ¿cuáles fueron los juguetes que precedieron a la música, a la pintura? ¿Cuáles fueron los juguetes maravillosos y conmovedores que anunciaron, toscos e imperfectos, a la literatura? ¡Qué no daría por verlos, por tenerlos! Y quizás los tengo, y no lo sé, y eso hace incurable mi nostalgia.


En Fragmentos de un diario en los Alpes

Walt Whitman - Yo canto al cuerpo eléctrico (Traducción de Jorge Luis Borges)

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Walt Whitman - Yo canto al cuerpo eléctrico (Traducción de Jorge Luis Borges)

1

Yo canto al cuerpo eléctrico,
Me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo,
No han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda,
Hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma.

¿No es sabido que quienes corrompen su cuerpo están ocultándose?
¿Y quienes profanan a los vivos son tan viles como quienes profanan a los muertos?
¿Y que el cuerpo no vale menos que el alma?
¿Y si el cuerpo no fuese alma, qué es el alma?


2

El alma del cuerpo de un hombre o del cuerpo de una mujer no admite explicación,
El cuerpo del hombre es perfecto, y es perfecto el cuerpo de la mujer.

La expresión de la cara no admite explicación,
Pero la expresión de un hombre cabal no sólo está en la cara,
Está en los miembros y en las coyunturas también, está, curiosamente, en las coyunturas de las caderas y de las muñecas,
Está en su andar, en el porte de su cuello, en la flexión del talle y de las rodillas; la ropa no la oculta;
Su fuerte y dulce identidad se abre paso a través del algodón y la lustrina,
Verlo pasar expresa tanto como el mejor poema, y acaso más,
Os detenéis para mirar su espalda y su nuca y sus hombros.

La negligencia y la redondez de los niños, los senos y las cabezas de las mujeres, los pliegues de sus vestidos, su andar al cruzarse en la calle con nosotros, el contorno de sus caderas,
El nadador desnudo en la pileta atravesando el transparente resplandor verde y tendido de espaldas y silenciosamente flotando sobre las agitadas aguas,
El rítmico balanceo de los remeros en los botes de remo, el jinete en su silla
Muchachas, madres, amas de llaves en todas sus tareas,
El grupo de trabajadores sentados al mediodía ante la comida y sus mujeres que les sirven,
La mujer que sosiega al niño, la hija del granjero en el huerto o en el establo,
el peón que está carpiendo el maizal, el conductor del trineo que guía entre la turba a sus seis caballos,
El forcejear de los que luchan, dos aprendices ya crecidos, animosos, afables, americanos, en el baldío al atardecer después del trabajo,
Los sacos y las gorras tiradas, el abrazo del amor y de la resistencia,
El abrazo de arriba y el de abajo, el pelo revuelto que les enceguece los ojos;
La marcha de los bomberos uniformados, el juego de los músculos varoniles a través de los pantalones ceñidos y de los cintos,
El cansado regreso desde el incendio, la pausa cuando la campana vuelve a sonar y su llamado los detiene,
Las diversas actitudes, espontáneas, perfectas, la cabeza inclinada, los cuellos encorvados y el contar;
A ellos los quiero, me suelto, paso sin traba y estoy en el regazo de la madre con el pequeño,
Nado con los que nadan, lucho con los que luchan, marcho con los bomberos y me detengo, escucho, cuento.


3

Conocí a un hombre, un sencillo granjero padre de cinco hijos,
Y éstos los padres de otros, y éstos los padres de otros hijos.

Este hombre era de una fuerza maravillosa, sereno, hermoso,
La forma de su cabeza, el amarillo claro y la blancura y la blancura de su pelo y su barba, la insondable profundidad de sus ojos negros,la plenitud y la riqueza de sus modales;
Para ver esas cosas yo solía ir a visitarlo, era sabio también,
Tenía seis pies de estatura y ya había cumplido ochenta años; sus hijos fornidos, puros, barbados, de piel curtida, hermosos;
Ellos y sus hijas lo querían, todos quienes lo vieron lo querían,
No lo querían por costumbre, lo querían con amor personal,
No bebía más que agua, la roja sangre se traslucía en su piel morena,
Le gustaba cazar y pescar, dirigía él mismo su bote, era dueño de un fuerte bote que un armador le había regalado, tenía escopetas que hombres que lo querían le habían regalado;
Cuando salía con sus cinco hijos y con sus muchos nietos a cazar o a pescar, lo hubiera señalado como el más hermoso y el más fuerte de todos,
Habrías deseado quedarte con él mucho tiempo, habrías deseado estar en el bote para poder tocarlo.


4

Me he dado cuenta de que basta estar con los que uno quiere,
Me basta demorarme al atardecer con aquellos que quiero,
Me basta sentir cerca la hermosa carne, la carne que es curiosa, que respira y que ama.
¿Pasar entre la gente y tocar alguno, o rozar con el brazo el cuello de un hombre o de una mujer, no es esto mucho?
No pido otra alegría, nado en ella como en el mar.
Hay algo en estar cerca del hombre y de mujeres y de mirarlos, y en su contacto y en su olor, que es grato al alma,
Todas las cosas son gratas al alma, pero esta es la más grata.


5

Esta es la forma femenina

Exhala de pies a cabeza una divina aureola,
Atrae con irresistible atracción,
Me atrae su aliento como si yo no fuera otra cosa que un indefenso vaho, todo desparece salvo ese aliento y yo,
Los libros, el arte, la religión, el tiempo, la visible y sólida tierra, y lo que del cielo esperábamos y lo que del infierno temíamos, todo se ha consumido,
Mis frenéticos filamentos, indómitos, brotan de él, a reacción también es indómita,
El pelo, el pecho, las caderas, la curva de las piernas, las negligentes manos que sueltan, las mías que se sueltan,
La marea aguijoneada por el reflujo, el reflujo por la marea, carne de amor henchida y deliciosamente doliendo,
Límpidos, ilimitados chorros de amor, calientes y enormes, trémula jalea de amor, zumo espumoso y delirante,
Noche nupcial de amor que se abre camino con delicadeza y demora en el alba yacente,
Penetrando en el día dócil que cede,
Perdida en el abrazo de la profunda y dulce carne del día.
Este es el núcleo - primero el niño nace de la mujer, el hombre nace de la mujer,
Este es el baño del sexo, ésta la fusión de lo grande y de lo pequeño, y otra vez la salida.

No sintáis vergüenza, mujeres, vuestro privilegio incluye a los otros y es el manantial de los otros,
Sois las puertas del cuerpo y también las puertas del alma.


La mujer encierra todas las cualidades y las afina,
Está en su lugar y avanza con equilibrio perfecto,
En todas las cosas debidamente veladas, es a la vez pasiva y activa,
Su destino es concebir hijas e hijos, y asimismo hijos e hijas.

Veo mi alma que se refleja en la Naturaleza,
Veo a través de una neblina a la Única, de inexpresable plenitud, cordura y belleza,
Veo la cabeza inclinada y los brazos cruzados sobre el pecho, veo a la Mujer.


6

El varón también es el alma, él también está en su lugar.
El también es todas las cualidades, es acción y poder,
La plenitud del hombre visible está en él,
El desdén le sienta, el deseo y el desafío le sientan,
Las pasiones más impetuosas y más vastas, el ápice del gozo, el mayor pesar le conviene, para él se ha hecho el orgullo.
El infinito orgullo del hombre sosiega el alma y la enaltece,
El conocimiento le sienta, siempre le agrada, todas las cosas las somete a su propia prueba,
Sea lo que fuere el examen, sean lo que fueren el mar y la nave, sólo arrojará la sonda en sí mismo. (¿Dónde, sino en sí mismo, podrá arrojar la sonda?)

Sagrado es el cuerpo del hombre y sagrado es el cuerpo de la mujer,
No importa de quién sea, es sagrado -¿es el del peón más despreciable de la cuadrilla?
¿Es el de uno de los inmigrantes más torpes que acaban de desembarcar en el muelle?
Todos, aquí o allá, tienen su lugar, no menos que el más rico, no menos que tú,
Todos, hombre o mujer, tienen su lugar en la procesión.

(Todo es una procesión,
El Universo es una procesión de paso medido y perfecto.)

¿Tan grande es tu saber que puedes llamar ignorante al más bajo?
¿Te crees acaso con derecho a mirar un bello espectáculo, negado a él o a ella?
¿Piensas que la materia se ha congregado desde su vaga nube y que la tierra ocupa la superficie y que el agua corre y brotan las planteas,
Para ti sólo, y no para él o para ella?


7

Un cuerpo de hombre en el mercado,
(Porque antes de la guerra yo solía concurrir al mercado y mirar la venta),
Ayudo al rematador; el holgazán no sabe su oficio.

Caballeros, atención a esta maravilla,

Por más que pujen los compradores, no ofrecerán bastante,
Sin un animal ni una planta la tierra tardó quintillones de años en engendrarlo,
Para él giraron pacientes e incesantes los ciclos.

Dentro de esta cabeza, el inescrutable cerebro,
En él y abajo, la creación de los héroes.

Ved estos miembros, colorados, negros o blancos, sus tendones y nervios son intricados,
Los desnudarán para que estén bien a la vista.

Sentidos exquisitos, ojos que la vida ilumina, coraje, voluntad,
Láminas de los músculos del pecho, espinazo y cuello flexible, carne tensa, fuertes brazos y piernas,
Y dentro, aún más prodigios.

Adentro la sangre que corre,
¡La misma antigua sangre! ¡La misma sangre roja que corre!
Ahí se dilata y fluye un corazón, ahí están todas las pasiones, deseos, anhelos, aspiraciones.
(¿Crees que no están ahí porque no se expresan en salones o en las aulas?)

Este no es sólo un hombre, es el padre de otros, que serán padres a su vez,
En él está el origen de populosos estados y de ricas repúblicas,
En él, innumerables vidas inmortales, innumerables encarnaciones y dichas.

¿Cómo saber quiénes nacerán de su prole a través de los siglos?
(¿De quién supones que has nacido tú mismo si pudieras exhumar los siglos que fueron?)


8

Un cuerpo de mujer en el mercado,
Ella tampoco es sólo ella misma, es la fecunda madre de madres,
Es la que lleva a aquellos que crecerán y serán compañeros de las madres.

¿Amaste alguna vez el cuerpo de una mujer?
¿Amaste alguna vez el cuerpo de un hombre?
¿No ves que son los mismos para todos en todas las naciones y en todas las épocas de la tierra?

Si algo hay sagrado, el cuerpo humano lo es,
Y el esplendor y la dulzura de un hombre son el sello de su hombría sin mancha,
Y en el hombre o en la mujer, un cuerpo limpio, fuerte, de fibra firme, es más bello que la cara más bella.

¿Has visto al insensato que profanó su propio cuerpo vivo?
No se ocultan, no pueden ocultarse.


9

¡Oh, cuerpo mío!, no me atrevo a abandonar a tus semejantes en otros hombres y otras mujeres, ni a los semejantes de las partes que te componen;
Creo que tus semejantes perdurarán o morirán con los semejantes del alma (y que son el alma),
Creo que tus semejantes perdurarán o morirán con mis poemas, y que son mis poemas,
Poemas del hombre, de la mujer, del niño, del muchacho, de la esposa, del esposo, de la madre, del padre, del joven y de la joven,
Cabeza, cuello, pelo, orejas, lóbulo y tímpano de la oreja,
Ojos, pestañas, iris del ojo, cejas y la vigilia o sueño de los párpados,
Boca, lengua, labios, dientes, paladar, mandíbulas y articulaciones de las mandíbulas,
Nariz, aletas de la nariz y tabique,
Mejillas, sienes, frente, mentón, garganta, nuca, forma del cuello,
fuertes hombros, barba viril, omóplatos, espalda, y el ámbito del pecho,
Brazo, axila, junta del codo, antebrazo, músculos del brazo, huesos del brazo,
Muñeca y coyunturas de la muñeca, mano, palma, nudillos, pulgar, índice, articulaciones de los dedos, uñas,
Amplio pecho, rizado vello del pecho, esternón, costados,
Costillas, vientre, espinazo, vértebras,
Caderas, articulaciones de las caderas, fuerzas de las caderas, redondez cóncava y convexa, testículos, raíz del hombre,
Muslos, que son la firme base del tronco, Músculos de la pierna, rodilla, rótula, piernas,
Tobillos, empeine, planta del pie, dedos del pie, talón,
Todas las actitudes, todas las bellezas, todos los bienes de mi cuerpo o el tuyo,o del cuerpo de cualquier otro, varón o mujer,
Las celdillas de los pulmones, el estómago, las entrañas dulces y limpias,
El cerebro y sus pliegues dentro del cráneo,
Simpatías, válvulas del corazón, válvulas del paladar, sexo, maternidad,
Lo femenino y todo lo que pertenece a la mujer, y al hombre que nace de la mujer,
El seno, los pechos, los pezones, la leche del pezón, las lágrimas, la risa, el llanto, las miradas de amor, la amorosa inquietud, las erecciones,
La voz, la articulación, el lenguaje, el susurro, el grito,
El alimento, la bebida, el pulso, la digestión, el sudor, el sueño, caminar, nadar,
Porte de las caderas, saltar, recostarse, abrazarse, brazos que se curvan y aprietan,
El continuo movimiento de las comisuras de los labios y de los ojos,
La piel, la mejilla tostada, las pecas, el pelo,
La sensación curiosa de la mano al rozar la desnuda carne del cuerpo,
Los ríos incesantes del aliento, de la inspiración y la exhalación,
La belleza del talle y de las caderas, y más abajo, hasta las rodillas,
Las mínimas partículas rojas que llevo y que tú llevas, los huesos y la médula de los huesos,
La sensación deliciosa de la salud;
Afirmo que estas cosas no sólo son los poemas del cuerpo, sino también del alma,
Afirmo que son el alma.


En Hojas de hierba
Traducción: Jorge Luis Borges, 1972



I Sing the Body Electric

1
I sing the body electric,
The armies of those I love engirth me and I engirth them,
They will not let me off till I go with them, respond to them,
And discorrupt them, and charge them full with the charge of the soul.

Was it doubted that those who corrupt their own bodies conceal themselves?
And if those who defile the living are as bad as they who defile the dead?
And if the body does not do fully as much as the soul?
And if the body were not the soul, what is the soul?

2
The love of the body of man or woman balks account, the body itself balks account,
That of the male is perfect, and that of the female is perfect.

The expression of the face balks account,
But the expression of a well-made man appears not only in his face,
It is in his limbs and joints also, it is curiously in the joints of his hips and wrists,
It is in his walk, the carriage of his neck, the flex of his waist and knees, dress does not hide him,
The strong sweet quality he has strikes through the cotton and broadcloth,
To see him pass conveys as much as the best poem, perhaps more,
You linger to see his back, and the back of his neck and shoulder-side.

The sprawl and fulness of babes, the bosoms and heads of women, the folds of their dress, their style as we pass in the street, the contour of their shape downwards,
The swimmer naked in the swimming-bath, seen as he swims through the transparent green-shine, or lies with his face up and rolls silently to and fro in the heave of the water,
The bending forward and backward of rowers in row-boats, the horseman in his saddle,
Girls, mothers, house-keepers, in all their performances,
The group of laborers seated at noon-time with their open dinner-kettles, and their wives waiting,
The female soothing a child, the farmer’s daughter in the garden or cow-yard,
The young fellow hoeing corn, the sleigh-driver driving his six horses through the crowd,
The wrestle of wrestlers, two apprentice-boys, quite grown, lusty, good-natured, native-born, out on the vacant lot at sun-down after work,
The coats and caps thrown down, the embrace of love and resistance,
The upper-hold and under-hold, the hair rumpled over and blinding the eyes;
The march of firemen in their own costumes, the play of masculine muscle through clean-setting trowsers and waist-straps,
The slow return from the fire, the pause when the bell strikes suddenly again, and the listening on the alert,
The natural, perfect, varied attitudes, the bent head, the curv’d neck and the counting;
Such-like I love—I loosen myself, pass freely, am at the mother’s breast with the little child,
Swim with the swimmers, wrestle with wrestlers, march in line with the firemen, and pause, listen, count.

3
I knew a man, a common farmer, the father of five sons,
And in them the fathers of sons, and in them the fathers of sons.

This man was of wonderful vigor, calmness, beauty of person,
The shape of his head, the pale yellow and white of his hair and beard, the immeasurable meaning of his black eyes, the richness and breadth of his manners,
These I used to go and visit him to see, he was wise also,
He was six feet tall, he was over eighty years old, his sons were massive, clean, bearded, tan-faced, handsome,
They and his daughters loved him, all who saw him loved him,
They did not love him by allowance, they loved him with personal love,
He drank water only, the blood show’d like scarlet through the clear-brown skin of his face,
He was a frequent gunner and fisher, he sail’d his boat himself, he had a fine one presented to him by a ship-joiner, he had fowling-pieces presented to him by men that loved him,
When he went with his five sons and many grand-sons to hunt or fish, you would pick him out as the most beautiful and vigorous of the gang,
You would wish long and long to be with him, you would wish to sit by him in the boat that you and he might touch each other.

4
I have perceiv’d that to be with those I like is enough,
To stop in company with the rest at evening is enough,
To be surrounded by beautiful, curious, breathing, laughing flesh is enough,
To pass among them or touch any one, or rest my arm ever so lightly round his or her neck for a moment, what is this then?
I do not ask any more delight, I swim in it as in a sea.

There is something in staying close to men and women and looking on them, and in the contact and odor of them, that pleases the soul well,
All things please the soul, but these please the soul well.

5
This is the female form,
A divine nimbus exhales from it from head to foot,
It attracts with fierce undeniable attraction,
I am drawn by its breath as if I were no more than a helpless vapor, all falls aside but myself and it,
Books, art, religion, time, the visible and solid earth, and what was expected of heaven or fear’d of hell, are now consumed,
Mad filaments, ungovernable shoots play out of it, the response likewise ungovernable,
Hair, bosom, hips, bend of legs, negligent falling hands all diffused, mine too diffused,
Ebb stung by the flow and flow stung by the ebb, love-flesh swelling and deliciously aching,
Limitless limpid jets of love hot and enormous, quivering jelly of love, white-blow and delirious juice,
Bridegroom night of love working surely and softly into the prostrate dawn,
Undulating into the willing and yielding day,
Lost in the cleave of the clasping and sweet-flesh’d day.

This the nucleus—after the child is born of woman, man is born of woman,
This the bath of birth, this the merge of small and large, and the outlet again.

Be not ashamed women, your privilege encloses the rest, and is the exit of the rest,
You are the gates of the body, and you are the gates of the soul.

The female contains all qualities and tempers them,
She is in her place and moves with perfect balance,
She is all things duly veil’d, she is both passive and active,
She is to conceive daughters as well as sons, and sons as well as daughters.

As I see my soul reflected in Nature,
As I see through a mist, One with inexpressible completeness, sanity, beauty,
See the bent head and arms folded over the breast, the Female I see.

6
The male is not less the soul nor more, he too is in his place,
He too is all qualities, he is action and power,
The flush of the known universe is in him,
Scorn becomes him well, and appetite and defiance become him well,
The wildest largest passions, bliss that is utmost, sorrow that is utmost become him well, pride is for him,
The full-spread pride of man is calming and excellent to the soul,
Knowledge becomes him, he likes it always, he brings every thing to the test of himself,
Whatever the survey, whatever the sea and the sail he strikes soundings at last only here,
(Where else does he strike soundings except here?)

The man’s body is sacred and the woman’s body is sacred,
No matter who it is, it is sacred—is it the meanest one in the laborers’ gang?
Is it one of the dull-faced immigrants just landed on the wharf?
Each belongs here or anywhere just as much as the well-off, just as much as you,
Each has his or her place in the procession.

(All is a procession,
The universe is a procession with measured and perfect motion.)

Do you know so much yourself that you call the meanest ignorant?
Do you suppose you have a right to a good sight, and he or she has no right to a sight?
Do you think matter has cohered together from its diffuse float, and the soil is on the surface, and water runs and vegetation sprouts,
For you only, and not for him and her?

7
A man’s body at auction,
(For before the war I often go to the slave-mart and watch the sale,)
I help the auctioneer, the sloven does not half know his business.

Gentlemen look on this wonder,
Whatever the bids of the bidders they cannot be high enough for it,
For it the globe lay preparing quintillions of years without one animal or plant,
For it the revolving cycles truly and steadily roll’d.

In this head the all-baffling brain,
In it and below it the makings of heroes.

Examine these limbs, red, black, or white, they are cunning in tendon and nerve,
They shall be stript that you may see them.

Exquisite senses, life-lit eyes, pluck, volition,
Flakes of breast-muscle, pliant backbone and neck, flesh not flabby, good-sized arms and legs,
And wonders within there yet.

Within there runs blood,
The same old blood! the same red-running blood!
There swells and jets a heart, there all passions, desires, reachings, aspirations,
(Do you think they are not there because they are not express’d in parlors and lecture-rooms?)

This is not only one man, this the father of those who shall be fathers in their turns,
In him the start of populous states and rich republics,
Of him countless immortal lives with countless embodiments and enjoyments.

How do you know who shall come from the offspring of his offspring through the centuries?
(Who might you find you have come from yourself, if you could trace back through the centuries?)

8
A woman’s body at auction,
She too is not only herself, she is the teeming mother of mothers,
She is the bearer of them that shall grow and be mates to the mothers.

Have you ever loved the body of a woman?
Have you ever loved the body of a man?
Do you not see that these are exactly the same to all in all nations and times all over the earth?

If any thing is sacred the human body is sacred,
And the glory and sweet of a man is the token of manhood untainted,
And in man or woman a clean, strong, firm-fibred body, is more beautiful than the most beautiful face.

Have you seen the fool that corrupted his own live body? or the fool that corrupted her own live body?
For they do not conceal themselves, and cannot conceal themselves.

9
O my body! I dare not desert the likes of you in other men and women, nor the likes of the parts of you,
I believe the likes of you are to stand or fall with the likes of the soul, (and that they are the soul,)
I believe the likes of you shall stand or fall with my poems, and that they are my poems,
Man’s, woman’s, child’s, youth’s, wife’s, husband’s, mother’s, father’s, young man’s, young woman’s poems,
Head, neck, hair, ears, drop and tympan of the ears,
Eyes, eye-fringes, iris of the eye, eyebrows, and the waking or sleeping of the lids,
Mouth, tongue, lips, teeth, roof of the mouth, jaws, and the jaw-hinges,
Nose, nostrils of the nose, and the partition,
Cheeks, temples, forehead, chin, throat, back of the neck, neck-slue,
Strong shoulders, manly beard, scapula, hind-shoulders, and the ample side-round of the chest,
Upper-arm, armpit, elbow-socket, lower-arm, arm-sinews, arm-bones,
Wrist and wrist-joints, hand, palm, knuckles, thumb, forefinger, finger-joints, finger-nails,
Broad breast-front, curling hair of the breast, breast-bone, breast-side,
Ribs, belly, backbone, joints of the backbone,
Hips, hip-sockets, hip-strength, inward and outward round, man-balls, man-root,
Strong set of thighs, well carrying the trunk above,
Leg fibres, knee, knee-pan, upper-leg, under-leg,
Ankles, instep, foot-ball, toes, toe-joints, the heel;
All attitudes, all the shapeliness, all the belongings of my or your body or of any one’s body, male or female,
The lung-sponges, the stomach-sac, the bowels sweet and clean,
The brain in its folds inside the skull-frame,
Sympathies, heart-valves, palate-valves, sexuality, maternity,
Womanhood, and all that is a woman, and the man that comes from woman,
The womb, the teats, nipples, breast-milk, tears, laughter, weeping, love-looks, love-perturbations and risings,
The voice, articulation, language, whispering, shouting aloud,
Food, drink, pulse, digestion, sweat, sleep, walking, swimming,
Poise on the hips, leaping, reclining, embracing, arm-curving and tightening,
The continual changes of the flex of the mouth, and around the eyes,
The skin, the sunburnt shade, freckles, hair,
The curious sympathy one feels when feeling with the hand the naked meat of the body,
The circling rivers the breath, and breathing it in and out,
The beauty of the waist, and thence of the hips, and thence downward toward the knees,
The thin red jellies within you or within me, the bones and the marrow in the bones,
The exquisite realization of health;
O I say these are not the parts and poems of the body only, but of the soul,
O I say now these are the soul!

18 mar 2024

Leónidas Lamborghini - Francesca e Paolo

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Leónidas Lamborghini - Francesca e Paolo

1.-

Más boluda

que una paloma,

enlazada

a más boludo

que un palomo.


2.-

En un mundo

de ávidos,

aviesos

gavilanes ...


3.-

Asesinos.


4.-

Fraudulentos.


5.-

Farsantes.

Impostores.


6.-

Canallas.

Rufianes ...


7.-

... que gobiernan

el impulso

del violento

torbellino:


8.-

Pueblos enteros,

cauda en ruina

de ruinosa

gente.


9.-

Y tú

y yo

entre ella.


10.-

Fingiendo ser,

aun,

inocentes

víctimas


En Encontrados en la basura

Isaías Garde - Lectura y comentario de algunos poemas de Edgar Lee Masters

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Coordina Isaías Garde


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17 mar 2024

Leónidas Lamborghini - Minotauro en el café

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Leónidas Lamborghini - Minotauro en el café

Hipnótico se mece

en ese mundo, ida y vuelta de pocillos,

cuando a ratos, a veces,

lo turba un estribillo

o alguna imagen de indiscreto brillo.


Desde olvidado tiempo,

ecos lejanos le llegan a su mente

que es su Dédalo; tiempo

que estaba ausente

de su memoria y ahora ya es presente.


Y, de pronto, se inquieta

aunque no se lo ve desosegado;

simulando se reta

a estarse, así, calmado

cuando vuelve a su tiempo, desdoblado.


Desdoblado, un extraño,

que se conoce mas no se reconoce;

sujeto de ese daño

de divididas voces

con las que él mismo-otro mismo-persiguióse.


• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •


Ha vuelto a su presente

de hombre del café, allí sentado,

mas todavía siente

por debajo, tensado,

el hilo de aquel tiempo no cortado. 


En Encontrados en la basura

14 mar 2024

Cecília Meireles - Biografía

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Cecilia Meireles - Biografía

Versión: Isaías Garde


Escribirás mi nombre con todas las letras,

con todas las fechas,

y no seré yo.


Repetirás lo que oíste,

lo que leíste de mí, y mostrarás mi retrato,

y nada de eso seré yo.


Dirás cosas imaginarias,

invenciones sutiles, ingeniosas teorías,

y continuaré ausente.


Somos una difícil unidad

de muchos instantes mínimos,

eso sería yo.


Mil fragmentos somos, en juego misterioso,

nos aproximamos y nos alejamos, eternamente.

¿Cómo me podrán encontrar?


Nuevos y antiguos todos los días,

transparentes y opacos, según el giro de la luz,

Nos buscamos a nosotros mismos.


Y por entre las circunstancias fluimos,

como una cascada por las piedras

¿Qué mortal nos podría apresar?



Biografia


Escreverás meu nome com todas as letras,

com todas as datas,

e não serei eu.


Repetirás o que ouviste,

o que leste de mim, e mostrarás meu retrato,

e nada disso serei eu.


Dirás coisas imaginárias,

invenções sutis, engenhosas teorias,

e continuarei ausente.


Somos uma difícil unidade,

de muitos instantes mínimos,

isso seria eu.


Mil fragmentos somos, em jogo misterioso,

aproximamo-nos e afastamo-nos, eternamente.

Como me poderão encontrar?


Novos e antigos todos os dias,

transparentes e opacos, segundo o giro da luz,

nós mesmos nos procuramos.


E por entre as circunstâncias fluímos,

leves e livres como a cascata pelas pedras.

Que mortal nos poderia prender?

Clarice Lispector - Tanta mansedumbre

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Clarice Lispector - Tanta mansedumbre


Pues en la hora oscura, tal vez la más oscura, en pleno día, ocurrió esa cosa que no quiero siquiera intentar definir. En pleno día era noche, y esa cosa que no quiero todavía definir es una luz tranquila dentro de mí, y la llamaría alegría, alegría mansa. Estoy un poco desorientada como si me hubieran arrancado el corazón, y en lugar de él estuviera ahora la súbita ausencia, una ausencia casi palpable de lo que antes era un órgano bañado de oscuridad, de dolor. No estoy sintiendo nada. Pero es lo contrario del sopor. Es un modo más leve y más silencioso de existir.

Pero también estoy inquieta. Yo estaba organizada para consolarme de la angustia y del dolor. Pero cómo es que me arreglo con esa simple y tranquila alegría. Es que no estoy acostumbrada a no necesitar de mi propio consuelo. La palabra consuelo me llegó sin sentir, y no lo noté, y cuando fui a buscarla, ella se había transformado ya en carne y espíritu, ya no existía más como pensamiento.

Voy entonces a la ventana, está lloviendo mucho. Por hábito estoy buscando en la lluvia lo que en otro momento me serviría de consuelo. Pero no tengo dolor que consolar.

Ah, lo sé. Ahora estoy buscando en la lluvia una alegría tan grande que se torne aguda, y que me ponga en contacto con una agudeza que se parezca a la agudeza del dolor. Pero es una búsqueda inútil. Estoy frente a la ventana y sólo ocurre eso: veo con ojos benéficos la lluvia, y la lluvia me ve de acuerdo conmigo. Ambas estamos ocupadas en fluir. ¿Cuánto durará mi estado? Percibo que, con esta pregunta, estoy palpando mi pulso para sentir dónde está el latir dolorido de antes. Y veo que no está el latido de dolor.

Sólo eso: llueve y estoy mirando la lluvia. Qué simplicidad. Nunca creí que el mundo y yo llegáramos a este punto de acuerdo. La lluvia cae no porque me necesite, y yo la miro no porque necesite de ella. Pero nosotras estamos tan juntas como el agua de lluvia está ligada a la lluvia. Y no estoy agradeciendo nada. Si, después de nacer, no hubiera tomado involuntaria y forzadamente el camino que tomé, yo habría sido siempre lo que realmente estoy siendo: una campesina que está en un campo donde llueve. Sin siquiera dar las gracias a Dios o a la naturaleza. La lluvia tampoco da las gracias. No hay nada que agradecer por haberse transformado en otra. Soy una mujer, soy una persona, soy una atención, soy un cuerpo mirando por la ventana. Del mismo modo, la lluvia no está agradecida por no ser una piedra. Ella es la lluvia. Tal vez sea eso lo que se podría llamar estar vivo. No es más que esto, sólo esto: vivo. Y sólo vivo de una alegría mansa.

En Silencio 

13 mar 2024

Miranda July - Esa persona

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Miranda July - Esa persona

Una persona está emocionándose en este instante. Alguien, en algún lugar, tiembla de emoción porque algo extraordinario está a punto de ocurrirle a esa persona. Esa persona se ha vestido para la ocasión. Esa persona ha esperado y soñado con este momento, y ahora está sucediendo de verdad, y esa persona apenas si puede creérselo. Pero la cuestión ya no consiste en creer: el tiempo de la fe y de la fantasía ha concluido; esto está sucediendo de verdad. Esto requiere una actitud sumisa y reverente. Es posible que tenga que arrodillarse, igual que cuando alguien es armado caballero. Es muy raro que a alguien le den el título de caballero. Pero esa persona es posible que se arrodille y que reciba un toque de espada en cada hombro. O lo más probable es que esa persona esté dentro de un coche, o en una tienda, o bajo un toldo de vinilo cuando ocurra. O hablando por teléfono, o conectada a internet. Podría ser la respuesta a un mail suyo: Ahí tienes tu título de caballero. O un largo, jocoso y farragoso mensaje telefónico en el que todas las personas a las que esa persona conoce hablan a través de un manos libres y todas le dicen a la vez: Has pasado la prueba, todo era una prueba. Estábamos gastándote una broma, la vida real es mucho mejor que eso. Esa persona se ríe a carcajadas, con alivio, y vuelve a poner el mensaje para escuchar la dirección del lugar en que todas las personas que ha conocido a lo largo de su vida la esperan para darle un abrazo y para incorporarla a la vida real. Es muy emocionante, y no se trata de un sueño, sino que está ocurriendo de veras.


La esperan junto a una mesa con bancos adosados en un parque por el que esa persona ha pasado antes muchas veces. Allí están ellos, allí están todos sus conocidos. Hay globos atados a los bancos, y la chica que solía ponerse al lado de esa persona en la parada del autobús está agitando una serpentina. Todos sonríen. Por un instante, se intimida ante aquella escena y siente la tentación de huir, pero eso sería como si esa persona se deprimiese en el día más feliz de su vida, de modo que esa persona se sobrepone y se une al grupo.

Los profesores de algunas asignaturas que a esa persona no se le daban bien la besan y abjuran de las asignaturas que enseñaban. Los profesores de matemáticas le confiesan que las matemáticas eran tan solo una manera anómala de decirle «Te quiero». Pero ahora están diciéndoselo: te queremos, y los profesores de química y de educación física también están diciéndoselo, y esa persona tiene la certeza de que lo dicen en serio. Es algo asombroso. Algunos pardillos, imbéciles y gilipollas se dejan ver por allí de vez en cuando, y es como si se hubiesen hecho una operación de cirugía estética: tienen la cara desfigurada por el amor. Los gilipollas guapos son simplones y amables, los pardillos feos son encantadores. Pliegan el jersey de esa persona y lo colocan cuidadosamente en algún sitio para que no se ensucie. Lo mejor es que todas las personas a las que esa persona ha querido se encuentran allí. Incluso los que se marcharon. Todos le estrechan la mano y le dicen qué difícil les resultó fingir que se habían vuelto locos, meterse luego en el coche y marcharse y no regresar nunca más. Esa persona casi no puede creérselo, aquello parecía tan real, le partieron el corazón y ya ha sanado y ahora esa persona apenas sabe qué pensar. Esa persona está medio loca. Pero todos la tranquilizan. Todos le explican que fue absolutamente necesario comprobar lo fuerte que era. Ah, mira, ahí está el médico que le recetó la medicina que dejó temporalmente ciega a esa persona. Y el hombre que le pagó dos mil dólares para que se acostara con él tres veces, cuando esa persona estaba sin un duro. Han acudido esos dos hombres, da la impresión de que se conocen. Ambos portan unas pequeñas medallas y en este instante se las están prendiendo a esa persona. Son unas insignias que premian el honor y la fortaleza. Las insignias relucen bajo el sol, y todos aplauden.

De repente, esa persona siente la necesidad de ir al apartado de correos. Es una costumbre antigua, y, aunque todos vayan a comportarse de manera fenomenal de ahora en adelante, esa persona aún desea recibir correspondencia. Esa persona dice que volverá enseguida y todos los conocidos le dicen: De acuerdo, no hay prisa. Esa persona se sube al coche y conduce hasta correos, abre el apartado, pero no hay nada. Aunque sea martes, que es un día en que todo el mundo sabe que llega mucho correo. Esa persona se decepciona tanto que vuelve al coche y, olvidándose por completo del pícnic, conduce hacia su casa y activa el buzón de voz, pero no hay ningún mensaje, solo aquel en que le decían que había pasado la prueba y que la vida era algo mejor. Tampoco tiene ningún correo electrónico, quizá porque todo el mundo está en el parque. A esa persona no le parece oportuno volver al pícnic. Esa persona se da cuenta de que quedarse en casa significaría dejar plantados a todos sus conocidos. Pero el deseo de quedarse en casa es muy fuerte. Esa persona quiere darse un baño y después irse a la cama a leer.

En la bañera, esa persona remueve las burbujas y escucha el sonido de millones de burbujas reventando a la vez. Casi parece más un único y suave sonido que muchos sonidos imperceptibles. Sus pechos apenas sobresalen del agua. Esa persona mueve las burbujas encima de sus pechos y hace figuras extrañas con la espuma. Pero ahora todos deben de haberse percatado de que esa persona no va a volver al pícnic. Todos estaban equivocados; esa persona no es la que todos creían que era. Esa persona se sumerge bajo el agua y mueve el pelo como si fuese una anémona. Esa persona puede permanecer bajo el agua durante un tiempo impresionante, pero solo en la bañera. Esa persona se pregunta si alguna vez habrá una competición olímpica que consista en aguantar la respiración bajo el agua de la bañera. Sin duda, si hubiese tal competición, esa persona sería la ganadora. Una medalla olímpica la redimiría a los ojos de todos sus conocidos. 

Pero tal modalidad no existe, de modo que no habrá redención alguna. Esa persona se lamenta por haber arruinado la única oportunidad que tenía de ser querida por todos. Mientras esa persona se mete en la cama, el peso de esa tragedia parece oprimirle el pecho. Pero es un peso reconfortante, algo parecido al peso de un cuerpo humano. Esa persona suspira. Los ojos de esa persona empiezan a cerrarse. Esa persona se duerme.

En Nadie es más de aquí que tú

12 mar 2024

Esteban Peicovich - Ejercicio de oratoria

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Esteban Peicovich - Ejercicio de oratoria


En la fiesta del lenguaje hay palabras espejo
como picaflorear y colibrear.
Ambas viven su gemelo silencio en la garganta
y cuando una flor las llama liberan sinonimia.
Una se dirige hacia el polen con aguja.
Otra sobrevuela los pétalos y espera.
Un picaflor es asesino a cara descubierta.
Un colibrí el eufemismo en cómplice saqueo.
Esto es lo que hacen las palabras
con sus pájaros de azogue en la garganta.
Y tal vez sea así
como funciona el aparato locutor de la belleza.